Desde el principio, la cosa pintaba peligrosa, ya que salieron los tres titos juntos (Luisa, Angel y yo) sin nadie más que hiciera de conciencia.Primera copita y brindis de apertura, esperando a los amiguetes del curro en El Tijarafe de Santa Ursula.
Segunda copita cenando una rica carne mechada en el guachinche Los Chamos, en la subida del Tijarafe.
Tercera copita durante la conversación, esperando al taxi para ir a La Orotava.
Cuarta y siguientes, escuchando lo mejor salsita en el escenario de la Avenida José Antonio y luego música variada en la Plaza de la Constitución. Los amiguetes abandonan el barco y los titos seguimos trabajando. Casi consigo animarme, cuando se acabó la botella.
Un par de copillas más tarde, los ánimos no suben. Me percato de que prácticamente no hay gente en la franja de 25 a 30 años en los alrededores. Pero uno es un profesional y tiene que apechugar.
Viendo que la cosa estaba por terminar en tablas, vano intento de aplicar la técnica José María de dejar de beber aunque tenga dinero en el bolsillo. Error. Los titos hacen oídos sordos a mi intento y mi fuerza de voluntad se muestra claramente insuficiente.
Vuelta en taxi a Santa Úrsula, desayuno en Tijarafe y apasionada discusión sobre alguno de los temas más profundos del ser humano: cuando un amigo se va, ¿algo se muere en el alma?. Yo creo que sí.
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