martes, 31 de julio de 2012

Londres 2012

Al volver del viaje, siempre uno aprende cosas que podría haber hecho de otra manera o haber planificado mejor. La primera de las lecciones es que para ir a unas olimpiadas debes moverte con un año de antelación.

Empezar cuatro meses antes del evento es un arduo y a veces frustrante trabajo encontrar algo, al menos por la vía oficial como la de Londres 2012.

Por supuesto, no descubro nada si afirmo que comprar pronto salva dinero en las compañías aéreas de bajo coste como Ryanair o EasyJet, pero añado una opción para los que viajen a Londres que es el desplazamiento desde y hacia el aeropuerto. Si vas por Stantsted, puedes comprar el ticket para el tren en el propio avión sin impuestos. Si vas por Luton, en EasyBus puedes comprar tickets para estos viajes por muy bajo precio, siguiendo la misma filosofía.

Para la reserva de estancia, los Booking y Trivago han cedido el puesto de honor en favor de AirBnb, que pone de acuerdo a particulares que alquilan su casa o alguna habitación durante unos días por unos precios fantásticos. Si no echas de menos que te hagan la cama diariamente, tiene una excelente relación calidad-precio y prefiero el contacto cercano y familiar con el casero al conserje de turno en el hotel.

También en el ocio como Madame Tusseau puedes comprar entradas con descuento para última hora de la tarde (17:00 h). Al llegar a Londres es imprescindible comprar la tarjeta de transporte que mejor te convenga: la Oyster con la que pagas cada viaje más barato hasta un tope diario o la tarifa plana diaria.

Si no eres previsor, puedes probar suerte en Leicester Square en el kiosko de la The Society of London Theatre en la parte de abajo de la plaza, que vende entradas de última hora para el teatro. Normalmente, hay dos sesiones: a mediodía o a primera hora de la tarde o por la tarde-noche.

Había conseguido entradas para el fútbol, pero tanto el partido contra Japón como Honduras estaban a mucha distancia de Londres y decidí devolverlas. Ahora sé que fue un buena decisión y encima la rojita cayó derrotada en ambos encuentros.

Para quitarnos la espinita de la visita anterior, fuimos a ver el sobrevalorado cambio de guardia en Buckinham Palace. Lo mejor para mí el We Are The Champions interpretado por la banda casi al principio. Mucho más interesante fue la exposición de las obras de Leonardo da Vinci como anatomista y fisiólogo. También volvimos a Mildreds, ese estupendo vegetariano del Soho.

Para la ceremonia de apertura de los juegos, lo único que podía conseguir eran entradas de 1.600 o 2.000 libras, así que como pan alternativo fuimos a Hyde Park con otros 40.000 resignados que pagamos un ojo de la cara por un concierto de Duran Duran, Stereophonics y Snow Patrol, solo interrumpido para ver la gloriosa apertura en directo por pantalla gigante. Lo más electrizante fue ver cómo los ingleses todavía se saben de memoria las letras de Reflex, One Boy o Rio. Aquí por fin probamos el fish and chips con una buena pinta de cerveza.

El día después de la inauguración, viajamos a la villa olímpica y sin salir de la estación de Strattford, te das cuenta que aquello es un fuerte inexpugnable repleto de amables voluntarios, vigilantes de seguridad, policías y hasta militares. Lo que no encontramos es un mísero kiosko donde comprar una entrada, solo se venden por Internet y está todo agotado. Solo quedan entradas de las caras para waterpolo femenino. No hay nada de nada, ni para ese día, ni para los cuatro días siguientes. Arrrg.

Menos mal que salvamos el día haciendo una visita al mercado de Borough Market, donde disfrutamos de un almuerzo callejero con zumo (smoothie) biológico y una deliciosa hamburguesa de kanguro. Luego dimos un tranquilo paseo por Shakespeare Globe, la recreación de un teatro antiguo y el Millenium Bridge. Por la noche, tras ver la obra Chariots of Fire en el teatro antiguo Globe, cenamos algo rápido en un asiático cercano llamado TAO y una rápida visita a la meca del house durante varias décadas: Ministry of Sound. Lastima que estábamos sin fuerzas y con más ganas de ir al Sábana Club.

No estoy hecho para las grandes ciudades. Incluso en una corta visita, apetece emigrar del ajetreo asfáltico y el reencuentro con el cielo abierto, el verde de la montaña y/o el azul del mar. El destino elegido en esta ocasión fue el Leeds Castle en Kent, a una hora en tren. Paisaje idílico para echar un partido para los golfistas o para las familias con niños pequeños simplemente pasar el día plácidamente.

Como en lo culinario, el postre del viaje puede ser el plato más deseado. El último día nos despertamos temprano para tras una hora en metro llegar a Winbledon. Para un apasionado del tenis, la meca del tenis sobre hierba. En las fases preliminares están todos los jugadores jugando al mismo tiempo y tienes que dejar un partido a medias de un top para dar ánimos a uno de los cracks españoles que juega mientras la gente pasa distraída hablando entre las pistas de practicas. Eso sí, los pocos espectadores que ocupan las escasas dos filas de asientos, son aficionados con mayúsculas, como una octogenaria inglesa que afirma orgullosa tener el calendario de Nadal y con un dulce hilo de voz jalea: "c'mon Feliiii". Ayer eramos los únicos españoles además de los seleccionadores y el equipo técnico animando a las chicas en el doble, hoy lo vemos por la tele desde casa.

Un último consejillo: antes de salir de Londres es conveniente vaciar la Oyster para no traerte en el bolsillo unas libras de sobra.