lunes, 27 de agosto de 2007

Torrevieja Cronicles

Esta es una pequeña crónica que no pretende ser exahustiva, pero sí dar una idea, de lo que aconteció en la visita a tierras levantinas de la semana pasada.

Iba a titular esta entrada como ...y ahora, los micrófonos, en honor al temazo de Tata Golosa, pero me he decantado por un título menos misterioso y ocurrente, pero espero que sea del agrado de los (¿pocos?) lectores de este blog.

El viernes, salí contento del trabajo, después de un brindis tempranero. En el aeropuerto, una cervecita con Natalia para celebrar nuestra partida. La llegada a Torrevieja no pudo ser mejor: saludos, ducha y a la calle. La cosa empezó en el famoso Casablanca (copas gratis y buen ambiente) donde se me hizo raro escuchar el Pásame La Botella de Match & Daddy y el No Te Vistas Que No Te Vas de las K-narias. La cosa terminó en el Budha: buena música, copas caras y solo quedaba la repesca. ;-)

...Y no te vistas que no vas,
ya no me vuelvas a buscar,
porque tu tiempo ya pasó,
y es que sin tí yo estoy mejor...


El domingo estuvo muy bien, fiesta-paellada con la pandilla de amigos de María (muy buena gente) en la finca del Peter cerca de Los Montesinos: repleta de naranjeros, con minipiscina (de color variable a medida que pasaba el día), sombrita, sangría, sonido de chicharras a lo lejos y una vista estupenda de las Salinas de Torrevieja, que se tornan de un color rosáceo a medida que cae la tarde.

El lunes, hicimos algo de turismo. Por consejo materno, nos fuimos a Altea: ¡vaya sitio!. Aunque es un pueblo costero, la parte antigua está situada en lo alto de un montículo. Casas encaladas, con rejas de forja negra en las ventanas y calles empedradas que serpentean hasta sucumbir ante las edificaciones modernas. Sin duda, cita obligada para el viajero de la Costa Blanca.

Valencia me ha parecido una ciudad muy agradable, tanto, que no me importaría vivir una temporada allí, aunque [en la peni] no tengan ni idea de qué es el Appletiser. La presencia del mar se hace notar en el clima y en el carácter de la ciudad, como todo buen pueblo de tradición porturaria. La mezcla de lo árabe recuerda un poco a Andalucía, aunque el clima no es tan radical como en Granada. Luego tiene esa doble influencia: por un lado castellana, por la arquitectura románica y ciertos paisajes [de los de castillo imponente en lo alto de una colina], y por otro lado catalana, que aunque a algunos no le haga gracia, la lengua recuerda bastante al catalán.

Para finalizar, unos días más en Torrevieja haciendo cosas habituales, como si uno no estuviera de viaje. Es lo que quería, pero me ha dejado un sabor agridulce. ¿Debería haber ejercido más de chan?. Chan en torrevejense, es lo mismo que güiri en canario.

Hay ciertas canciones que quedan para siempre asociadas a un lugar. En esta ocasión, serán varias: Los Micrófonos de Tata Golosa, Morena Mía de Miguel Bosé y Julieta Venegas,...

¿Alguien sabe lo que es un fotoblog? Yo no. :-P

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