Islandia es un destino de moda para el turista español. Quizás esto se deba a lo atractivo y exótico que nos resulta el paisaje o que varias compañías aéreas de bajo coste como Wow Air y Vueling hayan abierto rutas desde Tenerife, Barcelona y Alicante.
Llegada a Reykjavik

El vuelo con
Wow Air es estupendo. El avión está como nuevo y para haber tantos niños es tranquilo, pero los bocatas que sirven a bordo son muy sosos. Bueno eso es esperable.
El
Flybus+ nos lleva desde el aeropuerto de
Keflavik hasta la puerta de nuestro alojamiento en
Guesthouse Helga (93€). En esta zona residencial no hay sitios para cenar en los alrededores después de las 22:00 h. El casero nos dio indicaciones para llegar a un puesto de perritos calientes cercano que abre hasta las 23:30 h. Los vecinos del
guesthouse (turistas españoles) se han levantado a las 04:30. Aunque hablan susurrando se escucha lo suficiente para despertar. Quizás el sueño es más ligero por culpa de no estar acostumbrado a dormir con la luz del día. Nos sentimos como en casa de un familiar.
Lección: el agua caliente está muy caliente y huele a azufre.
Al mediodía nos recoge el servicio gratuito de
Happy Campers para iniciar nuestra ruta en una pequeña
camper que hemos alquilado (150€/día).
En una gasolinera de la cadena
N1, no pude comprar la tarjeta para el móvil
Vodafone 3G Starter Kit que consiste en una tarjeta SIM con 3 GB de datos (1.790 ISK / 12 €) sino el
Vodafone Prepaid Starter Kit que viene con 1.000 ISK para llamadas y sólo 300 MB de datos por lo que tuve que
comprar por Internet un paquete de 1 GB de datos (1.390 ISK / 9,2 €).
Tampoco compramos la tarjeta
Camping Card (105 €) que da acceso a los camping durante 28 días para 2 adultos y 2 niños. Al final del viaje sabremos si salió a cuenta, pero
a priori no lo parece.
Siguiendo las recomendaciones, hacemos el recorrido a Islandia en el sentido de las agujas del reloj. Con fuerzas y las expectativas muy altas, comenzamos el viaje.
Este de Islandia - Snaefellsnes
Tras consultar con gente local y la
previsión meteorológica de la península del noroeste, renunciamos de visitar los fiordos occidentales y la oportunidad para ver al zorro ártico, focas, aves o frailecillos. En su lugar, emprendemos camino al monte
Snaefellsjökull.
La naturaleza impresiona. En la villa pesquera de
Arnarstapi partiendo de una enorme escultura de piedra que recuerda a un
troll, dimos un paseo en dirección a la vecina
Hellnar junto al acantilado en el que revolotean de manera frenética las gaviotas y otras aves marinas.
Seguimos hacia
Grundarfjördur y dejamos atrás la vista del monte
Kirkjufell, una de las imágenes más clásicas de este lado de Islandia.
Dormimos a la intemperie junto a la costa en un paraje de coladas recientes (
malpaís) que recuerda al
Valle de Ucanca en Tenerife pero con las rocas cubiertas por un musgo verde y rodeados por un rebaño de ovejas que pastaban alrededor.
Al día siguiente y tras pasar una noche con bastante frío, disfrutamos de un agradable baño en las cálidas aguas de la piscina de
Stykkishólmur, el mejor baño del viaje por la calidad del agua que viene de un pozo geotermal. El agua fría sobrante la inyectan en el subsuelo en un pozo cercano, para asegurar el funcionamiento del sistema a largo plazo. ¡Punto para los islandeses!.
Lección: aunque haga un frío que pela, el baño de aguas calientes te deja como nuevo aunque haga un día nublado, con viento y desapacible.
Norte de Islandia - Akureyri - Mývatn
Tras una buena paliza de kilómetros por carretera de tierra, conseguimos volver a la carretera principal (1) y emprendemos camino a
Akureyri, la pseudo capital del norte que rivaliza con Reykjavick, el trayecto es duro por el fuerte viento de costado.
Lección: la calidad y comodidad de la carretera es inversamente proporcional a la belleza del paisaje.
Esa noche cenamos un
fish and chips y dormimos en el céntrico camping municipal (2.500 ISK / 16€) bajo un clima más benévolo y con un baño cerca.
A la mañana siguiente, llamamos por teléfono a la empresa
North Sailing para reservar un tour para avistar ballenas, pero nos avisan que la previsión meteorológica es mala y el mar se pondrá feo. Así las cosas, no tiene sentido desviarnos al norte para visitar la ciudad costera de
Húsavik, aunque nos perdamos el Museo de las Ballenas (1.250 ISK) y la meca para avistar ballenas y frailecillos.
Al poco de salir de
Akureyri al pasar un puente, nos dimos de bruces con la preciosa cascada
Godafoss. Hora de parar y hacer unas fotos, aunque el cielo está gris. La falta de luz y el viento que arrastra las finas gotas de agua de la cascada, complican la labor de cualquier fotógrafo.
Lección: en Islandia no sólo debes mantenerte seco (chubasquero, pantalones y botas), también hay que evitar las gotas en el objetivo de la cámara.
Llegamos al lago
Mývatn, el paisaje de bloques de lava resquebrajados por la explosión del agua es indescriptible y hace pensar en lo terrible que debió ser la época de las erupciones. Almorzamos en el restaurante
Gamli Baerinn en
Reykjahlíd que sirve de lugar de encuentro nocturno para los lugareños. En mi caso disfruté de una exquisita hamburguesa con panceta ahumada (
bacon) y una buena cerveza local
Viking.
Por el viento y la lluvia estuvimos a punto de no entrar en los
baños naturales de Mývatn (2.800 ISK / 18 €). Por suerte, obviamos el frío y nos enfundamos en el bañador y en una rápida carrera nos metimos en la "sopa" caliente y humeante. Una experiencia única, en un agreste paraje natural de negra roca volcánica.
Al salir del baño y con esa agradable sensación de calor interno y relajación, pasamos por
Hverir donde hacemos una parada en este paisaje que parece de otro planeta: suelo color marrón claro, fumarolas y charcos de lodo negro burbujeante.
La última excursión del día para desviarnos un poco de la carretera principal y hacemos un corto pateo (D1 y D2) para visitar las cascadas de
Selfoss que forma una preciosa garganta y
Dettifoss de 100 metros de ancho. Como es muy tarde, de hecho son más de las 22:00 h, pero hay suficiente luz para caminar con tranquilidad, la nube de turistas ya se ha ido y sólo quedan un par de valientes como nosotros.
Lección: es posible y hasta recomendable hacer senderismo por la tarde-noche, después de que se hayan ido el resto de turistas, lo que te deja prácticamente a solas para disfrutar de la naturaleza.
Como hay fuerzas, decidimos hacer un par de horas más en coche y atravesamos una de las zona más inhóspitas de Islandia, rodeados de
tundra hasta donde la vista alcanza en cualquier dirección. Al recorrer las zonas de montaña, nos encontramos en medio de la oscuridad total (por primera y única vez en todo el viaje), en medio de una niebla con una visibilidad inferior a los 50 metros.
El primer sitio habitado que encontramos al llegar al valle es una solitaria casa con el cartel de
camping y decidimos parar a dormir. Por la mañana con la luz del día, averiguamos que aparcamos en la entrada del
Guesthouse Skjöldólfsstadir que incluye una piscina y una pintoresca cabaña vikinga de madera. Desayunamos en el bar para reconfortar el cuerpo tras la fría noche.
Este de Islandia - Höfn
Bajamos de las montañas que ofrecen unas vistas son impresionantes, siguiendo el valle del río
Jökulsá á Dal pasando por puertos de montaña rodeados de placas de nieve (estamos en Agosto) y roca recubierta de musgo y liquen como una alfombra verde, hasta el primer pueblo llamado
Egilsstadir. Algunos tramos de la carretera de montaña son de tierra, pero con calma se pueden hacer en turismo. Por el camino sólo vemos ovejas y caballos que pertenecen a granjas solitarias que no llegan a formar una población. Es inevitable pensar en el aislamiento que deben soportar los lugareños en invierno.
Pasamos junto al lago
Lagarfljót donde cuenta la leyenda que existe un monstruo marino. Bajamos otro valle hasta la costa en
Breiddalsvík y
Djúpivogur. Aquí la costa es distinta. Primero hay acantilados y varios faros resisten ante el viento, el mar de fondo y el bravo oleaje. Luego viene la calma en los
sandar, enormes llanuras con lagos de agua dulce que están separados por unos delgados brazos de tierra de grandes marismas de agua salada.
Hacemos noche en el fantástico camping de
Höfn (1.500 ISK / persona), junto a la marisma plagada de
charranes del ártico. Por la mañana somos los últimos campistas en levantar el tinglado.
Sur de Islandia - Heymaey - Hveragerdi
Una vez superada la parte más dura del viaje y la intimidante soledad en la naturaleza, comienza lo más turístico donde luce el sol y los sitios a visitar están plagados de coches de alquiler y cientos de turistas.
Seguimos la carretera principal, con el mar a un lado y las montañas con glaciares a otro. Tras una curva, nos topamos con la espectacular laguna glaciar de
Jökulsarlón donde un par de focas nadan entre los icebergs azules que flotan hasta llegar a una playa de arena negra y las gaviotas devoran bancos de peces. Una de las vistas que más me han impresionado en toda mi vida.
La siguiente parada es el parque nacional
Skaftafell, que alberga una completa red de senderos y decidimos hacer la clásica y sencilla para ver la catarata
Svartifoss. Me gustan las columnas de basalto que la rodean, pero hay bastantes mosquitos. Como hay tiempo y quedan ganas de más, en lugar de volver al centro de visitantes, seguimos subiendo un poco más para llegar al mirador de
Sjónarnipa, desde el cual contemplamos el glaciar
Skaftafellsjökull. Realmente merece la pena.
Lección: hay sitios en los que la naturaleza que te rodea es tan impresionante en cualquier dirección que no sabes hacia qué lado sacar la foto.
Llegamos hasta el camping de
Kirkjubaejarklaustur (1.200 ISK/persona). Una ducha caliente siempre reconforta. No hace viento y la sensación térmica es muy agradable. A la mañana siguiente el sol brilla sobre el cielo azul. Paramos en las cataratas de
Skogafoss que genera un doble arco iris y luego
Seljalandsfoss que cae sobre una charca y un pequeño camino permite verla desde atrás, aunque nos cayó una buena ducha.
Con este tiempo, cambiamos el plan y visitamos la isla
Heimaey. Nos desviamos hasta el puerto de
Landeyjahöfn y cogemos el ferry de
Hrjólfur que en media hora (2.520 ISK i/v) nos deja en el pequeño puerto de
Vestmannaeyjar. A partir de aquí, nos dirigimos al campo de golf para comenzar la caminata por los acantilados del oeste de la isla donde vemos a los graciosos frailecillos. La caminata es fantástica y volvemos muy contentos, fue una buena idea visitarla.
Dormimos en el camping de la bonita villa
Hveragerdi que debe su nombre (en inglés se llamaría
Springfield) a los invernaderos donde cultivan flores, verduras y frutas gracias al calor que producen las fumarolas que asoman tanto en el centro del pueblo como al norte en las colinas que lo circundan.
La caminata desde el aparcamiento hasta el río de agua caliente (3 km) comienza con una empinada subida hasta las colinas y prosigue paralela a un riachuelo, compensa sobradamente cuando disfrutas de un relajante baño en plena naturaleza.
Reykjavik
Un corto viaje esta vez para devolver la
camper (1.700 km recorridos en total) y el amable personal de
Happy Campers nos deja en el apartamento que hemos alquilado en
Airbnb para soltar las mochilas y hacer turismo urbano.
Lo primero que nos encontramos es sorprendente. Es la
semana del orgullo y presenciamos la cabalgata (
The Pride Parade) y un concierto al aire libre en el parque
Arnsrhóll donde está el monumento al célebre
Ingólfur Arnarson. Dicen que hay 100.000 personas en Reykjavick, pero no parecen tantos. La fiesta es muy familiar, pero hay poca alegría en comparación con otras celebraciones similares en España. Es más una mezcla de manifestación alegre y
carnaval de día familiar. Quizás la fiesta salvaje sea en locales nocturnos más tarde, pero el cuerpo hoy lo que pide es descansar.
Lección: los islandeses son ordenados, tranquilos y un pelín sosos. La fiesta parda y el lado oscuro existe pero es más tarde y hay que buscarlo.
Al día siguiente, hacemos el recorrido de rigor (a pie) por el centro de Reykjavick. Vamos al auditorio (
Harpa), puerto viejo donde se ofrecen los barcos para avistar ballenas, museo del asentamiento (
Reykjavick 871 +- 2), el lago
Tjörnin, el mapa 3D de Islandia en el ayuntamiento (
Rádhús) y la iglesia
Hallgrímskirkja.
Visitamos el museo al aire libre
Árbaejarsafn (1.400 ISK) que está a 20 min en el bus de
Straeto (800 ISK i/v) desde BSI. Este parque de unas treinta de casas merece la pena la visita (2 horas) por la historia reciente de Reykjavik y de Islandia. Por la tarde, nada más típicamente islandés que un relajante baño en las piscinas de
Laugardalslaug.
Para alejarnos un poco de lo más turístico, visitamos la isla de
Videy. En el puerto viejo de Reykjavik tomamos el barco (le llaman
ferry) que opera la empresa
Elding (1.100 ISK i/v) y nos deja en la isla en menos de 15 minutos. Al llegar, en la iglesia nos ofrecen una charla gratuita sobre la historia de la isla. Resulta interesante la historia del sitio y más en un grupo muy reducido. Luego damos un paseo por el norte de la isla (3 km) disfrutando de la fauna, el paisaje y el aire puro.
Lección: donde hay ganado, huele a ganado. Los senderos están "sembrados". :-)
Es imposible venir a Islandia y no hacer el
Golden Circle, es decir el recorrido circular para vistar
Geysir,
Gullfoss y
Thingvellir.
Como estoy un poco cansado de tanto conducir, en lugar de alquilar un coche, reservamos el tour con
Reykjavik Excursions (9.900 ISK / 66 €), porque es una de las empresas más conocidas y creo que es la única que anuncia el audio en español. Luego nos dimos cuenta que el nivel de español de nuestra guía es realmente deficiente. El géiser
Strokkur es cautivador. En una hora vimos varias erupciones. El resto del recorrido es más prescindible.
Conclusión
A pesar de estar quince días en el país, nos faltó tiempo, un todoterreno y climatología favorable para disfrutar un poco más de la naturaleza. Aún así es un viaje que nunca olvidaré. Tampoco olvidaré el día entero en el aeropuerto de
Keflavik por haber perdido nuestro vuelo de vuelta. Exceso de relajación quizás.
Lección: en todos sitios se puede pagar con tarjeta, no es necesario tener coronas, pero es recomendable para controlar mejor los gastos y evitar comisiones bancarias.
Todos los islandeses con los que he topado durante el viaje, tienen mejor nivel de inglés que yo, independientemente de su edad o profesión: dependiente, camarero, azafata, ama de casa, conductor de autobús,
gasolinero, etc. La gente joven emula a los norteamericanos.
Los islandeses tienen una naturaleza impresionante y dura, pero han sabido sacar provecho de la situación y convertir debilidades en fortalezas. Por un lado se percibe un altísimo desarrollo bancario-financiero y consumista, pero por otra parte, parecen mucho más concienciados que nosotros de que el objetivo de desarrollo no debe ser conseguir
más sino
mejor.
Tengo un mapa en Google Maps las ubicaciones de los sitios más turísticos. Si estás planificando tu viaje a Islandia y tienes dudas, deja un comentario. ;-)