jueves, 2 de julio de 2015

Viaje a Suiza 2014


Antes del viaje

Para preparar la ruta y seleccionar la lista de sitios a visitar, me gusta leer la guía Lonely Planet de Suiza y visitar algunos foros de viajeros. Por 26,00 € la edición de 2012 en papel, se gana su precio sobradamente.

Con EasyJet conseguimos vuelos directos desde Tenerife hasta Ginebra y la vuelta desde Zúrich, por un precio de escándalo: menos de 300€ ida y vuelta para dos personas. Aunque se trata de una compañía de bajo coste (low cost), todavía el trato al pasajero es de persona, no de animal o cosa.

En cuanto al alquiler de coche, nos decidimos por la empresa EuropCar desde la oficina del lado suizo del aeropuerto, para asegurar que el coche disponga de la autorización para circular por las autopistas de peaje de todo el país (vignette). Por poco más de 100€ tuvimos una semana un bonito Seat Ibiza.


Ginebra (Genève)

Nada más aterrizar, en la oficina de correos del propio aeropuerto compramos una tarjeta prepago para el teléfono móvil de la compañia Yallo. Por sólo 20 Francos Suizos (CHF), nos sirve para tener acceso a Internet durante todo el viaje. Imprescindible para usarlo como navegador en el coche y para obtener información de restaurantes, horarios de sitios turísticos, etc.

A primera hora de la tarde nos encontramos un monumental atasco de bienvenida para llegar al centro de Ginebra. Tras dejar el coche en un aparcamiento junto a varios deportivos, vemos el lago Leman y la Fuente de Agua (Jet d'Eau), que justo se apaga cuando enciendo la cámara. Porras. Luego vamos a ver el reloj de flores (Horloge Fleurie) que aparece en todas las guías de viajes. La comparación es inevitable. En el Paque García-Sanabria de Santa Cruz de Tenerife tenemos un precioso reloj de flores, pero no valoramos.



Para cenar, no resistimos la tentación de parar en Cottage Café un precioso restaurante al aire libre con vistas al lago, sabiendo que la cuenta sería proporcional al sitio. Tomamos un pescado local que lo sirven frío y con pequeñas espinas. Menos mal que el pastel de espinacas con salsa de setas está muy sabroso. Lo mejor del restaurante es el acogedor ambiente entre sofisticado y desenfadado. Para terminar el día, damos un paseo al anochecer por el borde del lago desde donde se divisa a lo lejos la cúspide del Mont-Blanc. Qué inmejorable telón de fondo.

Teníamos reservada habitación en el hotel ibis Styles Annemasse Genève que curiosamente no está en Suiza sino en Francia, en la vecina ciudad de Ambilly. El primer impacto no fue muy positivo, porque la entrada al hotel desde el aparcamiento parecía más una puerta trasera de servicio que una recepción. Lo cierto es que el hotel tiene ese estilo actual, desenfadado y amable que agradece cualquier turista de ciudad: sala de estar con revistas, máquina de café exprés gratuita, etc.

Lausana (Lausanne)

Al día siguiente por la mañana, sin tener muy claro qué íbamos a encontrar, nos aventuramos a dar un rodeo y visitar el CERN en la ciudad de Meyrin, a unos escasos 20 minutos de Ginebra. Nuestra entrada en este afamado mega laboratorio científico no puede ser más triunfal, en lugar de entrar por la zona habilitada para visitas turísticas, por error accedemos por la entrada para el personal autorizado. Visitamos la exposición Microcosm donde explican cuáles son las partículas atómicas y subatómicas.

También visitamos el Universe of Particles, donde se explica el origen del universo mediante una proyección en el interior de una sala esférica. Para los amantes de la tecnología, en la exposición se muestran reliquias de las últimas décadas en materia de computación, almacenamiento de datos y redes de telecomunicaciones, como el primer servidor web del mundo: la estación de trabajo marca NeXT del mismísimo Tim Berners-Lee. A Alicia todo esto le suena a chino, pero yo disfruto como un enano.

Por el camino, hacemos una pequeña parada en la preciosa ciudad de Nyon, donde tomamos un exquisito helado italiano con frutas y chocolate fundido en la Gelateria Venezia. Según la guía Lonely Planet, hay gente que cruza todo el lago desde Francia para tomar uno. El tiempo es simplemente perfecto y el momento merece un autoretrato (selfie) en el embarcadero.

Al mediodía llegamos a Lausanne y almorzamos una ensalada y unos buenos raviolis con tomate a la fondue de queso regado con una copa (2 dcl) de un buen vino blanco local (Fendant) en Café Romand. Luego vamos a visitar los jardines del Museo Olímpico, donde no resisto la tentación de correr la prueba de los 50 metros lisos (14 segundazos, pero tengo excusa porque iba con zapatos) y damos paseo por el borde del lago bajo una suave lluvia.


Zermatt

Por la tarde noche, nos adentramos en el paisaje de postal de la montaña alpina: verdes valles y casas de madera. Al caer la noche llegamos a al Welcome Hotel Täsh donde paradójicamente una estresada y pluriempleada recepcionista nos indica en tono poco amable que hemos llegado tarde y como está dando la cena a un numeroso grupo de jubilados, nos toca esperar. Aunque luego pide disculpas, esa noche toca cena a la máquina de vending de la recepción. :-/

A la mañana siguiente contemplamos desde el balcón de la habitación el precioso valle. Las nubes impiden la visibilidad por encima de 3.000 m. Es obligatorio dejar el coche en el hotel de Täsh para subir al vecino pueblo de Zermatt. Una de las más exclusivas y pintorescas estaciones de esquí de Suiza. El tren nos lleva en menos de 15 min por 16 CHF (i/v). Para intentar ver la preciosa montaña del Monte Cervino (Matterhorn) de 4.478 m de altura, subimos en el tren cremallera (Gornergratbahn), que por 84 CHF (i/v) nos deja en la cumbre del Gornergrat (3,089 m) donde disfrutamos de una caminata con impresionantes vistas a glaciares y el macizo del Monte Rosa (Monte-Rossa).


Bajamos a toda prisa del Gornergrat, Zermatt, Täsh y conducimos hasta Sión (Sion) donde llegamos con 20 minutos de retraso al punto de reunión con SwissRaft para hacer rafting por el río Ródano (Rhône). Tras un rato de estrés y soportar las caras de desaprobación por nuestra española impuntualidad del resto de turistas que conforman nuestro grupo, comienza esta divertida experiencia. El agua está helada, tiene un sabor diferente, pero gracias al grueso traje de neopreno no pasamos frío. El momentazo queda inmortalizado en el video de rafting gracias a la cámara GoPro de nuestro monitor que curiosamente se llama Ali y chapurrea un poco de español con un gracioso acento germano-argentino.

Para terminar tan ajetreado día, cenamos en el jardín del centro artístico y cultural Asilo-Ferme, una sublime ensalada con helado de vinagre de módena y rissotto con pato y salsa de setas. De postre nada menos que un coulant de alto octanaje calórico. Hay que reponer rápido. :-P

Al día siguiente como sigue nublado hacemos la caminata paralela a las vías del tren por el pinar que une Täsh con Zermatt. Los 15 min del tren se convierten en 3 horas a ritmo muy suave, pero inclyendo paradas para fotografiar con detenimiento lo que vamos encontrando como una marmota gigante y los helicópteros que transportan carga o hacen de taxi para los más pudientes.



Tras consultar TripAdvisor, decidimos tomar una sabrosa hamburguesa en Brown Cow, sentados junto a unos simpáticos turistas que huyen de la canícula desde California. Para despedirnos del precioso pueblo de Zermatt, hacemos la compra de souvenirs de rigor: léase zapato para la suegra, imán frigorífico de la oficina y la camiseta para el menda. Olé.

Aletsch Arena

Por la tarde llegamos al Hotel Alpenhof en Oberwald donde se percibe un claro olor a la granja cercana. Resulta muy peculiar la decoración que mezcla motivos típicos de Suiza con Thailandia y alberga un afamado restaurante thai. Para descansar del viaje en coche, nada mejor que disfrutar de la deliciosa infusión que nos servimos en la terraza.

Al día siguente desacemos algo de camino para desde el pueblo de Fiesch comprar el ticket para explorar las tres estaciones de esquí que componen el extenso Aletsch Arena, que por sólo 40 CHF permite usar todos los teleféricos (cableways) e incluye el almuerzo con el plato del día en alguno de los numerosos restaurantes.


Subimos por el teleférico hasta la cumbre del Eggishorn (2,927 m) donde iniciamos la caminata de 5 horas para bordear el impresionante Glaciar Aletsch. Realmente esto es de lo mejor del viaje, aunque sufrimos un tragicómico ataque de una especie de cabra (wolly) y avistamos otros animales como marmotas y unas pequeñas águilas que recuerdan a las del Zügspitze alemán. Bajamos por el telecabina entre los pueblos de montaña libres de coches Betterhorn y Betterbald para hacer un almuerzo-cena de un guiso a fuego lento (ragout) de cerdo con pasta y vino blanco. Hay que coger el tren de nuevo hasta Fiesch para recoger el coche y vuelta a Oberwald.

Andermatt

Por la mañana nos dirigimos a Andermatt para pasar el afamado puerto de montaña de Furka (Furkapass) que en un soleado día de verano, lo encontramos plagado de motoristas y apasionados del volante en coches de lujo.
Hacemos una parada junto al Hotel Belvedere para ver la cueva de hielo (Eisgrotte) donde por 7 CHF podemos entrar en el glaciar que da origen al río Ródano (Rhône). Luego vamos por el Sustenpass que no es tan espectacular.



Lucerna (Luzern)

Empieza la excursión en un céntrico aparcamiento donde dejo nuestro flamante Ibiza junto a un McLaren. El paseo comienza soleado por el puente techado y decorado con plantas (Kapellbrücke) que cruza el río (Reuss), lugar de peregrinación para todos los turístas, principalmente asiáticos. Luce el sol, no hace falta llevar chubasquero. El paseo acaba con la visita al gran reloj que alberga una de las puertas principales de la muralla antigua (Museggmauer). Se desata una lluvia torrencial (raining cats and dogs), así que toca una carrera bajo la lluvia para sacar el coche del parking. Empapado literalmente de cabeza a los piés, me cambio de ropa en el propio parking. Vuelta a la muralla para recoger a Alicia y antes de salir de la ciudad hacemos una parada rápida para visitar el monumento al leon (Löwendenkmal).


Zurich (Zürich)

Buscando nuestro Hotel Uto Kulm (luego lo llamamos Puto Kulm), está dentro de un gigantesco parque (Uetliberg). No hay manera de llegar en coche ni siquiera para dejar las maletas. Tras leer los 7 ficheros adjuntos que recibí por correo de la recepcion, conseguimos llegar al "parking del hotel" que está fuera del parque en medio de la nada y bajo la lluvia, de noche, nos adentramos en el parque hasta llegar a la estación del tren (Wilkington) para llegar al final del trayecto (Uitikon). Menos mal que allí hay un micro-bus eléctrico del hotel esperando a otro huésped y nos colamos junto con una joven pareja de Estonia, que habían llegado hasta la entrada del hotel ese mismo día junto al resto de su banda de rock en coche y tuvieron que dar explicaciones a la policía, ya que el acceso con coches privados está prohibido.

Menos mal que un buen desayuno de café con leche con la propia Nesspreso de la habitación, en una soleada mañana y el paseo bajo el sol para volver al coche, se me quita el mal humor. Para ahorrar compramos una excelente comida Thailandesa para llevar (take away) y nos sentamos con los estudiantes en una plaza cercana. A cambio pedimos un chocolate con leche en el famoso Café Sprüngli de 7,5 CHF que estaba bien como un cacao espeso, pero no era lo que esperábamos de un chocolate suizo en un lugar de postín. Intentamos visitar la casa-museo de Le Corbusier pero está cerrado en lunes, así que damos paseo por el borde del lago Zürich (Zürichsee).


Basilea (Basel)

En el trayecto de Zurich a Basilea, hacemos una parada para visitar las cataratas del Rin Rhinefall casi en la frontera con Alemania.


Llegamos de noche al hostal juvenil (Youth Hostel Basel), plagado de adolescentes con ganas de fiesta y como contrapunto un grupo de jubilados disfrutando tranquilamente de una fondue a los que no parecía perturbarles el jolgorio, las carreras y las risas. Damos un agradable y largo paseo nocturno hacia el centro histórico Altstadt, donde se nota el animado ambiente universitario, gente en bici de todas las edades y corriendo (o haciendo footing, como se decía antes de la fiebre del running).

Por primera vez en el viaje y con justificado cansancio, caemos en la tentación de la comida rápida (McDonalds). Hay que descansar para al día siguiente coger el avión de vuelta. Snif. :-/

Conclusión

Montañas espectaculares, excelente organización, puntualidad, limpieza, seguridad y subido de precio. El paisaje y el carácter de la gente nos hace recordar la preciosa Austria o a las montañas del sur de Alemania. En menor medida se nota la influencia francesa y mucho menos la italiana. Los suizos que nos encontramos son principalmente franco y germanoparlantes, aunque algunos se defendían en italiano, pero todos hablan inglés sin dificultad.


Para los amantes de la planificación, comparto el mapa de la ruta.
Si necesitas alguna información adicional, deja un comentario. ;-)

https://www.google.com/maps/d/edit?mid=zyU7zWhdj1KA.kS-uEIUsLoLg&usp=sharing

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